lunes, 9 de febrero de 2009

Sanación

Quería enseñarle los nombres de las flores
cómo cuidarse, y Centauro;y en el largo acre
dónde el ganado no pacía nunca, el asfodelo.
¿Cómo podía amar a alguien que estaba tan ido?
Y, ¿ era verdad, como decían, que lo alentaba?
Había dormido en la cuna hasta los doce,
Supongo que por sus modales infantiles,
O por falta de una cama; ¿no había perdido su padre
Jugando, todo menos los pastos de juncos?
Su cabeza parecía haber sido encajada
Como una cuña entre sus hombros, su espalda jorobada
le daba casi una apariencia universitaria.
Pero no recordaba nada de lo que le enseñaba
Cada nombre sobrevolaba la flor que nombraba
Como una mariposa, incapaz de posarse.
Aquel día que retiré un aro
Para liberar a los aturdidos insectos de su celda
Deslizó suavemente su mano entre mis muslos
Y yo, no tuve miedo pero, todavía no sé porqué,
corrí llorando a contarlo.
Oí que esa semana cada día
lo azotaron con endrino para atarlo después
En el campo de heno. Yo pude ser la vaca,
Cuya cola cercenó con las tijeras,
Y él, el carnero enredado en la alambrada
Que mató a pedradas cuando lo soltaron

Michael Longley

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