domingo, 10 de abril de 2011
El paraíso en la mano (Diario de una co...)
Ayer fue el tercer día que corrí. Duré 4 min. La cosa fue como sigue:
Hacía una tarde espléndida. Eran las 7: 45. Las calles ajardinadas tenían todavía algo del resplandor del sol. Corría viento. Así que cuando llevaba dos minutos corriendo y empecé a notar el viento y a cansarme pensé: "lo que me faltaba viento en contra". Todo fue bien hasta llegar a la primera cuesta. Mi barrio es precioso, y no lo conozco. Está lleno de chalecitos y chaléts enormes, con setos, árboles...Llevo 6 meses viviendo aquí y no me había dado cuenta de que mi plaza tiene tres salidas, la plaza dónde vivo. Salí por la nueva salida, que al principio no veía. Crucé la calle y me dirigí al parque que me había recomendado mi amigo. Luego como la tarde estaba tan bonita decidí que iba a correr por los alrededores y conocerlos mejor.Calenté en un chalecito pequeñito que tenía entrada pero no tenía valla ni seto, sólo un patio. Después empecé a correr. Al principio siempre empiezo muy bien respirando con ritmo. Dos inhalaciones (por la nariz) dos exalaciones. Pero en cuanto han pasado unos momentos empiezo a respirar por la boca. Ya las inhalaciones de la nariz no me sirven. Me falta aire. Es curioso pero incluso al principio cuando empiezo a inhalar por la nariz tengo la sensación de que el aire no me llega a los pulmones. Luego cuando empiezo a respirar por la boca, la respiración se hace más fluída.
Calenté porque ayer (y la primera vez que corrí hace 3 meses) al dar el primer paso el tobillo se me dobló y un poco más y vuelvo a casa...Corrí calle abajo, hasta llegar a un cruce que me gusta mucho. En el cruce pasaron varios chavales maravillosos con sus coches con los altavoces a toda potencia con música bacalao o similar, muy agradables y gritando desde el coche. Yo no sabía que camino escoger. Y me decidí por la cuesta. Giré a la derecha porque nunca había ido por allí.
Una vez que subí la primera cuesta me perdí. En realidad no acabé de subirla, cuando iba por la mitad me paré y giré a la derecha, por la calle Sevilla. Ya estba hecha polvo. En el camino de vuelta recogí unos paraísos, y volví, buscando el camino, a ratos corriendo y a ratos andando con los paraísos en la mano
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