El día en que las máquinas se pusieron en huelga la gente no sabía que hacer. Los jóvenes, estupefactos, se contemplaban las manos, vacías, acostumbradas a utilizar los dedos (en teclados de móviles, ordenadores, tablets). Dirigían sus miradas, de una manera perdida, hacia la lejanía, sin centrarla, como buscando un objetivo, un objetivo móvil, parpadeante, iluminado.Algunos pensaron en quedar, pero no pudieron utilizar los what'sup, ni los sms, ... y no podían telefonear a sus amigos más cercanos porque las redes eran de fibra óptica, ni telefonearlos desde una cabina porque no sabían sus teléfonos, que no podían consultar porque estaban en la tarjeta de los dispositivos móviles.De todas formas ya no estaban acostumbrados a telefonear, lo normal era mantener conversaciones digitales.
Tampoco sabían hacer excursiones, porque estaban acostumbrados a utilizar google maps, y si decidían echarse a la carretera lo solían hacer con el gps. En cuanto a excursiones a pie, estaban acostumbrados a desplazarse en coche, y a consultar los horarios de autobuses en la red.La televisión era digital, así que...,la música hacía mucho tiempo que ya no se escuchaba por la radio, ni por dispositivos de reproducción de CD o casettes, y se encontraba almancenada en bibliotecas digitales, ordenadores, mps, al igual que los libros, ordenadores y periódicos.
En los colegios los niños no tuvieron acceso a sus materias, ni en casa a sus modos de ocio (videoconsolas, wiis, psps)
Lo peor fue cuando se fue la luz.
Podríamos seguir y seguir. Esto es una distopía.
viernes, 1 de junio de 2012
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